martes, 10 de julio de 2012


 Sutileza, la gran ausente
Seguramente en alguna pronunciada curva de nuestro mundo veloz, superficial, muchas veces torpe y casi siempre explícito, nuestra capacidad de ser sutiles nos habrá abandonado.
Y de esa manera se va opacando hasta nublarse nuestra inteligencia emocional, capaz de conducirnos a movimientos delicados, perspicaces y agudos en nuestro diario accionar.
Y quizás también nos va robando nuestra habilidad de ser empáticos,  con su don de comprender, distinguir los estados de ánimo y la manera de ser de los demás.
Tal es así que caemos una y otra vez por el abismo de nuestros marcos de obviedad, aunque descubramos repetidamente que son trampas de nuestras inferencias interpretativas.
Lo fino, lo delicado, lo ingenioso es hoy poco frecuente, como una especie en extinción.
La socialización nos va conduciendo a la trampa de un maniqueísmo inútil, donde todo es blanco o negro, donde no hay espacios para los degrades.
En este entorno si nos identificamos con una idea, quien piensa distinto es enemigo. Ya no nos venden productos o servicios, los imponen porque dejamos que manipulen nuestra necesidad.  
O todo es absolutamente racional o emocional. O todo es lógico o mágico.
Comenzamos a sentirnos cada vez más confortables en los extremos, como si transitar la vida entre el espacio que crean las polaridades, fuera una zona muy riesgosa.
Y sin embargo es justamente lo que está entre los extremos, el lugar propicio para ser potencialmente más humanos y así ser más efectivos e íntegros a la vez.

Claro está, siempre estamos a tiempo. Sólo hay que ser sutiles para advertirlo y actuar en consecuencia.
“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma…” Jorge Luis Borges.

jueves, 10 de mayo de 2012


Vos Podes...

Haciendo zapping al borde de la medianoche, me encontré con un mediático psicoanalista siendo entrevistado en televisión. Me detuve tan sólo unos minutos en ese programa, pero los suficientes para que el personaje en cuestión lanzará su catarata de dogmas. Y así los califico, pues la forma en que fueron presentados y supuestamente justificados no dejaba lugar a ninguna otra visión posible del asunto.  Siendo esto grave en sí, no fue lo peor. El contenido de sus inapelables afirmaciones de las que rescato dos:
Expresó que es falso que alguien pueda querer cambiar en algo y que por su propia voluntad lo logre, en explicita negación de lo que hoy superficial y erróneamente se califica como auto ayuda y otras prácticas.  Querer, de ninguna manera es poder, según él.
 A continuación defenestró todos los avances que viene haciendo la neurobiología en relación al funcionamiento cerebral y la influencia en el comportamiento humano.
Seguramente el lector entenderá rápidamente adonde apuntaba el entrevistado: nada sino el psicoanálisis permite al ser humano superarse y evolucionar como tal.
Vos y tu libre albedrio. Vos y tu voluntad. Vos y el proceso de hacerte más consciente
Nada de eso sirve.
Como tampoco otros caminos tales la espiritualidad, el coaching (personal, organizacional, ontológico, la PNL), las guías religiosas, la terapia filosófica, la escuelas de psicología modernas, (racional, cognitiva, positiva, logoterapia, etc. ), la neurobiología,  y todo lo que se quiera agregar parece no existir y jamás haber tenido ningún resultado positivo.
Qué profunda pena siento cuando alguien con alcance mediático parapetado desde una profesión, puede mostrar tal nivel de soberbia intelectual o conveniencia  particular, o ambas a la vez-
 Yo sigo creyendo en el incondicional poder del ser humano de transformarse, de reinventarse, de superarse y  de evolucionar por sus propias elecciones.  
Y si sólo no puede, creo en la integración de todas las prácticas honestamente desarrolladas,  incluidas claro está, el psicoanálisis.
En fin, yo sigo creyendo que…
"Transformarse es un proceso que permite cambiar el observador que cada uno es, y a partir de allí permite encontrar un orden oculto ante el aparente desorden: destellos de belleza en un gris escenario de ciudad, rostros y ojos llenos de sueños y de vida transitando las calles que palpitan la intensidad de un nuevo día.
La vida es. Y nosotros tenemos la incondicional libertad de vivirla disfrutándola o sufriéndola, encontrando caos u oportunidades, fracasos o desafíos, desengaños o creencias a ser revisadas, espanto o perfección, ilusiones o acciones conducentes, temores o afectos, siendo víctimas o protagonistas, melodramáticos o entusiastas, débiles o asertivos.
De vos depende."(*)
(*)Frase extraída del libro Al Disipar La Neblina. Autor Carlos E. Montoto Editorial Almaluz.