miércoles, 14 de diciembre de 2011

Alternativas
¿Sería la vida un viaje circunscripto a sucesivas repeticiones de circunstancias determinadas por un destino ya escrito, de emociones, de alegrías fugaces y tristezas prolongadas, de enojos frecuentes, de envidias por falsas identificaciones, de perdones que jamás tendrían perdón, de reacciones condicionadas tal como si fueran leyes de la naturaleza? ¿O existirían otras alternativas?(*)

Sostengo que hay más alternativas de las que a simple vista podamos considerar. Descubrirlas depende en buena medida de nuestra intención de encontrar nuevas interpretaciones y re significaciones sobre lo que nos pasó o acontece.

Cuantas veces los sucesos que nos generan tristeza, enojo, culpa, desilusión,  resentimiento, etc. finalmente son faros con señales, indicaciones y guías para que nos demos cuenta, para que ascendamos un pequeño peldaño en la escalera de nuestra conciencia.

 Subido ese primer escalón, nos llegaran los tiempos de la aceptación primero, la comprensión después, para por último transformar aquel dolor en nueva energía vital en el desafiante juego de la vida.

¿Identificas en tu historia personal alguna decepción laboral, alguna frustración en algún objetivo, algún desengaño afectivo que a la sazón resultaron aliados en tu desarrollo y crecimiento como ser humano?

(*)Frase extraída del libro Al Disipar La Neblina. Autor Carlos E. Montoto Editorial Almaluz.

viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Con quién competís?
¿Qué ocurre cuando transitamos la vida viviendo como autómatas de la comparación de nosotros mismos, de nuestros afectos y de nuestras posesiones?
Esto resulta un pasaporte con visa eterna al infierno.
Es un camino donde reina nuestro ego, y que conduce a la permanente disconformidad si nos sentimos perdedores, o a la peligrosa satisfacción cuando nos comparamos ganadores. Los condicionamientos y las tentaciones de la sociedad, el mundo rápido, el consumismo como vértice, la identificación con lo que posees, o las estrategias para que pertenezcas a tal o cual grupo, están a la orden del día. Todas ellas buscan desde la comparación, la masificación y la duplicación, la ilusión de la singularidad inundada de masividad. Desde un plano de conciencia, la comparación relativa con otros, es un camino tan inútil como estéril. Desde la conciencia no soy, ni tengo, ni hago, más ni menos que nadie. El baremo conductor es mi propia evolución. Cómo fui, cómo soy, cómo quiero ser. Qué obtuve, qué obtengo, qué quiero obtener. Qué hice, qué hago, qué quiero hacer. Siempre auto referencialmente, como guía de mi propia evolución como persona, como faros que iluminan los estrechos de mi devenir y mi trascendencia. Te preguntaste alguna vez... ¿Quién eres más allá de tus pertenencias, de tus cargos o de tu educación formal?
¿Eres capaz cuando compras algo, de identificar si dicha elección es producto de cubrir una real necesidad o lo quieres porque otros lo tienen?
¿No será la publicidad la creadora ilusoria de tu necesidad?
¿Qué te resulta más importante tu imagen personal, o tu esencia?
¿Vives flexiblemente de acuerdo al fluir de tus convicciones o estrictamente de la opinión de los demás? Fragmento del libro Al Disipar la Neblina. Autor Carlos E. Montoto. Editorial Almaluz

viernes, 12 de agosto de 2011

Tolerancia es Libertad


La tolerancia, el respeto a la diversidad, son evidentes muestras de personas evolucionadas, más conscientes, verdaderamente comprometidas con ellas mismas y con los demás, e incondicionalmente libres.
Hoy es fácil apreciar en nuestros días, una especie de culto a la no tolerancia, a considerar a quien piensa distinto un enemigo, alguien sin derecho alguno para pensar ni actuar de determinada manera, simplemente por hacerlo de manera distinta, diferente, desde otra óptica, con otra interpretación.
Y quien así opera, quien vive atrapado en su propia realidad sin considerar la posible existencia de otras tan valiosas como la propia, termina quedando enredado en las telarañas de ser lo que piensa, y seguramente sin saberlo pierde su propia libertad.
Es quedarse atrapado en su laberinto de dogmas sin posibilidad de discutirlos, donde se pierde el libre albedrio de pensar como se piensa y respetar ideas distintas reconociendo al otro como legítimo tal.
La falta de tolerancia nos acerca peligrosamente al abismo de la no legitimación de la existencia de otro, con todo lo que eso presupone y que la historia nos presente en mil ejemplos.
Salud entonces a los tolerantes, a los capaces de reconocerse como las personas que son y que piensan, pero sin identificarse con lo que piensan, permitiendo de esa manera que otros con ideas distintas puedan ocupas similares espacios y crecer y desarrollarse desde la diversidad.
Salud a los libres de verdad.