Muchas veces he escuchado que los domingos por la tarde, no son el mejor momento de la semana y hasta podría afirmar que puede constituir el peor de todos a saber por comentarios de muchos conocidos, y hasta artículos y estadísticas que he leído al respecto que llegaban a asegurar que es el tiempo en que se producen los mayores intentos o consumaciones de suicidios. Desde una interpretación lógica, es el fin del fin, es decir el fin del fin de semana, y el preámbulo del comienzo de la semana laboral o de estudio o por decirlo de una manera más genérica, de las obligaciones. Esta visión podría justificar cierta tristeza, melancolía, desgano, fastidio o falta de entusiasmo o bien alguna de las emociones relacionadas que se pueden sentir en este espacio temporal que analizamos, y que se repite cada siete días. Si así fuera, esas emociones nos traen señales para darnos cuenta de algo, y que si les prestamos atención pueden ser excelentes aliadas en la transformación de algo de nosotros que queremos cambiar. Sin darnos cuenta, no hay cambio posible y ciertas emociones o sensaciones son claras señales de aviso de algo de lo que tenemos que hacernos conscientes. También puedo sostener, que como todo en la vida, es una cuestión de interpretación. Podríamos cambiar nuestras vivencias del momento, a través de múltiples posibilidades. Si he pasado un muy buen fin de semana, podría agradecer y valorarme la circunstancias de que así haya sido y la posibilidad de vivir muchos fines de semana como este o aún mejores. Si por algunas circunstancias no ha resultado positivo, entonces el desencanto está terminando, podré revisar porque no me resultó como esperaba y encarar el próximo de manera distinta. O más simplemente aún, puede ser un buen momento para continuar el domingo hasta que nos entreguemos al sueño, en un encuentro familiar o con amigos, en una salida especial, en compartir un video o un programa de TV, en leer en la tranquilidad un libro, o completar la lectura de los interminables matutinos dominicales, en planificar la semana, o en terminar de disfrutar hasta su último minuto el merecido descanso, y la recarga de energías para afrontar la semana de obligaciones que vuelve a comenzar. O porqué no un momento en que te animes a decirle a tus afectos todo lo que los aprecias, los amas y disfrutas de su compañía eso que por alguna razón nos negamos el enorme regalo de obsequiar y obsequiarnos. El domingo al caer la tarde, también puede ser un increíble espacio de valoración de nuestro ser, transformándolo en un espacio lleno de sentido.
domingo, 30 de mayo de 2010
Domingo al caer la tarde. ¿Cae la vida?
Muchas veces he escuchado que los domingos por la tarde, no son el mejor momento de la semana y hasta podría afirmar que puede constituir el peor de todos a saber por comentarios de muchos conocidos, y hasta artículos y estadísticas que he leído al respecto que llegaban a asegurar que es el tiempo en que se producen los mayores intentos o consumaciones de suicidios. Desde una interpretación lógica, es el fin del fin, es decir el fin del fin de semana, y el preámbulo del comienzo de la semana laboral o de estudio o por decirlo de una manera más genérica, de las obligaciones. Esta visión podría justificar cierta tristeza, melancolía, desgano, fastidio o falta de entusiasmo o bien alguna de las emociones relacionadas que se pueden sentir en este espacio temporal que analizamos, y que se repite cada siete días. Si así fuera, esas emociones nos traen señales para darnos cuenta de algo, y que si les prestamos atención pueden ser excelentes aliadas en la transformación de algo de nosotros que queremos cambiar. Sin darnos cuenta, no hay cambio posible y ciertas emociones o sensaciones son claras señales de aviso de algo de lo que tenemos que hacernos conscientes. También puedo sostener, que como todo en la vida, es una cuestión de interpretación. Podríamos cambiar nuestras vivencias del momento, a través de múltiples posibilidades. Si he pasado un muy buen fin de semana, podría agradecer y valorarme la circunstancias de que así haya sido y la posibilidad de vivir muchos fines de semana como este o aún mejores. Si por algunas circunstancias no ha resultado positivo, entonces el desencanto está terminando, podré revisar porque no me resultó como esperaba y encarar el próximo de manera distinta. O más simplemente aún, puede ser un buen momento para continuar el domingo hasta que nos entreguemos al sueño, en un encuentro familiar o con amigos, en una salida especial, en compartir un video o un programa de TV, en leer en la tranquilidad un libro, o completar la lectura de los interminables matutinos dominicales, en planificar la semana, o en terminar de disfrutar hasta su último minuto el merecido descanso, y la recarga de energías para afrontar la semana de obligaciones que vuelve a comenzar. O porqué no un momento en que te animes a decirle a tus afectos todo lo que los aprecias, los amas y disfrutas de su compañía eso que por alguna razón nos negamos el enorme regalo de obsequiar y obsequiarnos. El domingo al caer la tarde, también puede ser un increíble espacio de valoración de nuestro ser, transformándolo en un espacio lleno de sentido.
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Muy bueno, es verdad. El mal puede transmutarse en bien, a partir del amor, aunque suene sonso. Esa es la alquimia verdadera, la que nos toca. Transformar los domingos en oro.
ResponderEliminarAbrazo
Soy Alejandro Rozitchner, no sè por que no me toma el nombre de mi cuenta google, saludos!!!